"Imposibilidad"
Ensayo escrito por YASMÍN SÁNCHEZ RUÍZ
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La obra de Paula Úsuga,
aborda los traumas que puede vivir una mujer desde sus primeros años de
vida. Traumas que obedecen a episodios
de violencia vivenciados en el seno de su hogar y que de ahí en adelante siguen
haciendo parte de su historia. Una
violencia traducida por un lado al castigo físico que corrige la desobediencia
a la regla a la norma, que reprime y coarta la libertad de expresar, de
decidir, que prohíbe, que abusa del cuerpo; y por otro lado, al castigo psicológico, donde se le considera un ser
inferior, a quien no vale la pena educar, porque es un ser exclusivo de lo
interno, del adentro, de un espacio reducido a las paredes de una cocina y para
el quehacer de la casa, donde su función se ve reducida a “levantar a los hijos
y atender al marido”. Una violencia
donde se desconoce su identidad como sujeto y pasa a ser objeto.
En el Performance
denominado imposibilidad, Paula Úsuga, desmantela, pone en evidencia la
situación de anulación, castigo, abuso, encarcelación, sometimiento y silencio ante el dolor que ha
vivido la mujer a lo largo de la historia, especialmente en las culturas que se
han caracterizado por ser patriarcales, donde incluso la consideran un objeto
de satisfacción sexual, de poca valía, equiparada incluso con un animal.
Esta situación que
parece haber sido erradicada en algunos rincones del mundo, se vive con el
mismo salvajismo y crueldad en muchas sociedades, y parece ser como una especie
de virus que por épocas vuelve a tomar fuerza en sociedades que habían logrado
un nivel de civilización en este aspecto.
Hoy, en nuestra sociedad, lo
abyecto, es decir lo perverso del comportamiento hacia el género femenino, toma
protagonismo en cada asesinato de una mujer, en las quemaduras que le propician
a su rostro por celos, porque no quiso aceptar la propuesta de un hombre,
porque tomó sus propias decisiones y acabó con una relación enfermiza donde
resultaba constantemente maltratada. Lo
abyecto, resulta de una sociedad permisiva que incluso se atreve a decir “Quién
sabe qué hizo”, “Seguro se lo merecía”, “Quizás ella lo sedujo”…
Como es evidente, esta
situación no es una realidad del pasado, es algo que nos sigue acompañando, y
los medios de comunicación dan cuenta de ello.
Solo basta mirar un noticiero, o las estadísticas de las cifras alarmantes
de mujeres asesinadas en el último año en el país de mujeres abusadas, de
mujeres quemadas con ácido, para sentir repudio y consternación. Esto resulta paradójico en una sociedad que
durante décadas viene hablando de los derechos de la mujer, de la igualdad
entre géneros, de la liberación femenina.
Quizás ante una
inminente necesidad de hacer un llamado a la toma de conciencia, el Performance de Paula Úsuga, ahonda en los fantasmas que le generan
a una mujer el abuso – de cualquier índole-
al que ha sido sometida a lo largo de la historia…un abuso que queda
para siempre en la memoria, que distorsiona la percepción de sí misma y que a
veces termina haciéndole creer que es algo que ella se merece: “por ser sucia”,
“por ser débil”, “por no saber” y así poco a poco termina constreñida a rígidos
papeles que anulan su esencia instintiva, su poder de percepción; se genera en
ella una división emocional que en no despreciables ocasiones, se tornan en
desequilibrios psíquicos que las sumen en la infelicidad o influyen en las
elecciones que hará para su vida y que en ocasiones pueden ser
autodestructivas.
Paula Úsuga coloca en
escena esta problemática, no sólo como medio de sensibilización y
concientización por parte del público, sino también como posibilidad para hacer
su propia catarsis, donde coloca en escena su propio sufrimiento, sus pérdidas,
los abusos a los que ella como mujer ha sido víctima; es decir como una mujer
más en la larga lista de mujeres que a veces parecen quedarse en el anonimato, pues
incluso por vergüenza y por temor al qué dirán, guardan silencio, porque como
se dijo anteriormente, para muchos ellas aparecen como culpables u ocasionantes
de la situación de abuso.
Las problemáticas sociales asociadas al
género son el punto de partida de mis propuestas, donde el cuerpo es el
vehículo y el referente. El interés por lo domestico se centra en un cuerpo
que habita un espacio intimo, de ahí que sienta la necesidad de
evidenciar situaciones de angustia y silencio. La catarsis es el medio
que como resultado evidencia los traumas como secuelas de la violencia.
La relación del objeto-cuerpo, que tiene una carga de memoria, del uso y de lo
cotidiano, es una exploración de como las percepciones del cuerpo y los
espectadores, se unen en la vida misma, en un solo espacio y un mismo tiempo,
donde mi cuerpo es el vehículo de conexión con los otros y con mi pasado. Al
compartir tiempo – espacio se produce una afectación simultánea entre mi
cuerpo, mi mente y el espectador.
Los traumas son eventos y heridas que
busco explorar; y el cuerpo como un medio para liberar estados internos,
que afectan e irrumpen lo lógico del cotidiano. En algunas obras hablo del
abuso sexual en la infancia y como afecta toda la vida, del maltrato al
cuerpo y a la mente, del silencio que la sociedad permite, de la soledad que
enfrentamos las mujeres ante las problemáticas cotidianas y de la violación
sexual. Los ensambles con la piel es una serie en
foto-performance donde la conexión con los objetos usados, tiene
una carga de memoria. Soy una construcción de otros, ellos me modelan y yo solo
soy el lienzo de la memoria.
Figura 1. Imposibilidad
Fuente: FAFI (Escuela
de Teatro de Vitória), Brasil. 2010.
Registro Fotografico: Melissa García y Felipe Bittencour. Disponible en internet en:
http://paulausuga.weebly.com/performance.html
Las correas son un reconocimiento de un objeto de la infancia. Un objeto olvidado, que me
recuerda dolor, un elemento que perturba por su significado dentro
de la vida doméstica, poder ejercido por medio del castigo físico para
corregir, pero que deja marcas que someten e inhiben durante toda la vida. Evidenciar por medio de este objeto y su
significado el poder que contiene.
Tomare cinturones de mi padre, y otros
ya usados para cubrir mi cuerpo, esta me ataran, me imposibilitaran, no
podré hablar, ni desplazarme, y por medio de la provocación llevar a los
espectadores a entrar en el juego de atar y desatar el cuerpo con correas,
dispuestas junto a mi cuerpo, esperaría la utilización de sus propias correas.
El juego termina cuando este desatada o
imposibilitada por el límite de la resistencia del cuerpo”.
Paula Úsuga
En esta performance
se trabajan dos conceptos: Lo urbano y
lo abyecto. Lo urbano se pone de
manifiesto en el uso de las correas (objeto cargado de memoria) de personas
desconocidas y amigos, en donde el soporte de éstas es el cuerpo. Y lo abyecto desde lo perverso que es la violación, el manoseo del cuerpo, lo sexual
como algo sucio, que atormenta desde el ser, desde el inconciente (sujeto); Ya
que la abyección dice kristeva se conecta con las tres fases del proceso del
desarrollo del individuo que anunció Freud: Oral, anal y genital. En este caso Paula Usuga trabaja con los
signos de la sexualidad, es una forma de liberar los sentimientos reprimidos y
el dolor a través del arte.
Es una acción que
perturba al espectador, el cuerpo casi desnudo, la piel, el labial rojo; y
llega un momento de la performance en que ella se encuentra completamente
amarrada y casi sin aliento, la respiración se corta, las lagrimas recorren su
rostro, cuando la primera persona del público se acerca y la toca, se siente el
dolor que ella está sintiendo, ese momento donde se encuentra indefensa y
totalmente a la merced de la gente. Así, como se encuentra un niño pequeño
frente al abusador. Después de que el
primer espectador rompe el hielo desamarrando
la primera correa, mucha gente del público empiezan todos al mismo
tiempo a desamarrarlas y la escena es muy fuerte, parece que la estuvieran
devorando, es una imagen que remite al canivalismo o remite también a una
escena erótica, depravada impactante definitivamente abyecta.
Ella nunca es la
misma después de uno de sus performances” - dice - para ella es una forma de
sanar. El abuso sexual de su padre hacia
ella es algo asqueroso, que marcó su vida y como artista en esta obra cuando la
gente le quita las correas, ella se
siente liberada. A través de lo abyecto se excluye aquello que no
aceptamos, pero aquello excluido no quiere dejarse olvidar, un lenguaje
simbólico de aquello que se rechaza, pero que sigue ahí, no deja de ser, lo más
nuestro, lo más intimo. Paula en su
trabajo intenta vaciar la angustia que le genera este conflicto y busca una liberación, utiliza el arte como un
medio para hacer su propia catarsis.