sábado, 9 de febrero de 2013



"Imposibilidad"

Ensayo escrito por YASMÍN SÁNCHEZ RUÍZ

Existen océanos de lágrimas que las mujeres jamás han llorado, pues les han enseñado a llevarse a la tumba los secretos de su madre, de su padre, de los hombres  y la sociedad y los suyos propios.
Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos (p. 521)

 








La obra de Paula Úsuga, aborda los traumas que puede vivir una mujer desde sus primeros años de vida.  Traumas que obedecen a episodios de violencia vivenciados en el seno de su hogar y que de ahí en adelante siguen haciendo parte de su historia.  Una violencia traducida por un lado al castigo físico que corrige la desobediencia a la regla a la norma, que reprime y coarta la libertad de expresar, de decidir, que prohíbe, que abusa del cuerpo; y por otro lado, al castigo   psicológico, donde se le considera un ser inferior, a quien no vale la pena educar, porque es un ser exclusivo de lo interno, del adentro, de un espacio reducido a las paredes de una cocina y para el quehacer de la casa, donde su función se ve reducida a “levantar a los hijos y atender al marido”.    Una violencia donde se desconoce su identidad como sujeto y pasa a ser objeto.

En el Performance denominado imposibilidad, Paula Úsuga, desmantela, pone en evidencia la situación de anulación,  castigo,  abuso, encarcelación,  sometimiento y silencio ante el dolor que ha vivido la mujer a lo largo de la historia, especialmente en las culturas que se han caracterizado por ser patriarcales, donde incluso la consideran un objeto de satisfacción sexual, de poca valía, equiparada incluso con un animal. 

Esta situación que parece haber sido erradicada en algunos rincones del mundo, se vive con el mismo salvajismo y crueldad en muchas sociedades, y parece ser como una especie de virus que por épocas vuelve a tomar fuerza en sociedades que habían logrado un nivel de civilización en este aspecto.  Hoy, en nuestra sociedad,  lo abyecto, es decir lo perverso del comportamiento hacia el género femenino, toma protagonismo en cada asesinato de una mujer, en las quemaduras que le propician a su rostro por celos, porque no quiso aceptar la propuesta de un hombre, porque tomó sus propias decisiones y acabó con una relación enfermiza donde resultaba constantemente maltratada.  Lo abyecto, resulta de una sociedad permisiva que incluso se atreve a decir “Quién sabe qué hizo”, “Seguro se lo merecía”, “Quizás ella lo sedujo”…
 
Como es evidente, esta situación no es una realidad del pasado, es algo que nos sigue acompañando, y los medios de comunicación dan cuenta de ello.  Solo basta mirar un noticiero, o las estadísticas de las cifras alarmantes de mujeres asesinadas en el último año en el país de mujeres abusadas, de mujeres quemadas con ácido, para sentir repudio y consternación.   Esto resulta paradójico en una sociedad que durante décadas viene hablando de los derechos de la mujer, de la igualdad entre géneros, de la liberación femenina.

Quizás ante una inminente necesidad de hacer un llamado a la toma de conciencia,  el Performance de Paula  Úsuga, ahonda en los fantasmas que le generan a una mujer el abuso – de cualquier índole-  al que ha sido sometida a lo largo de la historia…un abuso que queda para siempre en la memoria, que distorsiona la percepción de sí misma y que a veces termina haciéndole creer que es algo que ella se merece: “por ser sucia”, “por ser débil”, “por no saber” y así poco a poco termina constreñida a rígidos papeles que anulan su esencia instintiva, su poder de percepción; se genera en ella una división emocional que en no despreciables ocasiones, se tornan en desequilibrios psíquicos que las sumen en la infelicidad o influyen en las elecciones que hará para su vida y que en ocasiones pueden ser autodestructivas.

Paula Úsuga coloca en escena esta problemática, no sólo como medio de sensibilización y concientización por parte del público, sino también como posibilidad para hacer su propia catarsis, donde coloca en escena su propio sufrimiento, sus pérdidas, los abusos a los que ella como mujer ha sido víctima; es decir como una mujer más en la larga lista de mujeres que a veces parecen quedarse en el anonimato, pues incluso por vergüenza y por temor al qué dirán, guardan silencio, porque como se dijo anteriormente, para muchos ellas aparecen como culpables u ocasionantes de la situación de abuso.

Las problemáticas sociales asociadas al género son el punto de partida de mis propuestas, donde el cuerpo es el vehículo y el referente. El interés por lo domestico se centra en un cuerpo  que habita un espacio intimo, de ahí que sienta la necesidad de evidenciar situaciones de angustia y silencio.   La catarsis es el medio que como resultado  evidencia los traumas como secuelas de la violencia. La relación del objeto-cuerpo, que tiene una carga de memoria, del uso y de lo cotidiano, es una exploración de como las percepciones del cuerpo y los espectadores, se unen en la vida misma, en un solo espacio y un mismo tiempo, donde mi cuerpo es el vehículo de conexión con los otros y con mi pasado. Al compartir tiempo – espacio se produce una afectación simultánea entre mi cuerpo, mi mente y el espectador.

Los traumas son eventos y heridas que busco explorar; y el cuerpo como un medio para liberar estados internos, que afectan e irrumpen lo lógico del cotidiano. En algunas obras hablo del abuso sexual en la infancia y como afecta toda la vida, del maltrato al cuerpo y a la mente, del silencio que la sociedad permite, de la soledad que enfrentamos las mujeres ante las problemáticas cotidianas y de la violación sexual. Los ensambles con la piel es una serie  en foto-performance  donde  la conexión con los objetos usados, tiene una carga de memoria. Soy una construcción de otros, ellos me modelan y yo solo soy el lienzo de la memoria.



Figura 1. Imposibilidad



Fuente: FAFI (Escuela de Teatro de Vitória), Brasil. 2010.  Registro Fotografico: Melissa García y Felipe Bittencour.  Disponible en internet en: http://paulausuga.weebly.com/performance.html

Las correas son un reconocimiento de un objeto de la infancia. Un objeto olvidado, que me recuerda dolor, un elemento que perturba por su significado dentro de la vida doméstica, poder ejercido por medio del castigo físico para corregir, pero que deja marcas que someten e inhiben durante toda la vida.  Evidenciar por medio de este objeto y su significado el poder que contiene.  Tomare cinturones de mi padre, y otros  ya usados para cubrir mi cuerpo, esta me ataran, me imposibilitaran, no podré hablar, ni desplazarme, y por medio de la provocación llevar a los espectadores a entrar en el juego de atar y desatar el cuerpo con correas, dispuestas junto a mi cuerpo, esperaría la utilización de sus propias correas.

El juego termina cuando este desatada o imposibilitada por el límite de la resistencia del cuerpo”.
                                                                                                                     Paula Úsuga

En esta performance se trabajan dos conceptos:  Lo urbano y lo abyecto.  Lo urbano se pone de manifiesto en el uso de las correas (objeto cargado de memoria) de personas desconocidas y amigos, en donde el soporte de éstas es el cuerpo.  Y lo abyecto desde lo perverso que es  la violación, el manoseo del cuerpo, lo sexual como algo sucio, que atormenta desde el ser, desde el inconciente (sujeto); Ya que la abyección dice kristeva se conecta con las tres fases del proceso del desarrollo del individuo que anunció Freud: Oral, anal y genital.  En este caso Paula Usuga trabaja con los signos de la sexualidad, es una forma de liberar los sentimientos reprimidos y el dolor a través del arte.

Es una acción que perturba al espectador, el cuerpo casi desnudo, la piel, el labial rojo; y llega un momento de la performance en que ella se encuentra completamente amarrada y casi sin aliento, la respiración se corta, las lagrimas recorren su rostro, cuando la primera persona del público se acerca y la toca, se siente el dolor que ella está sintiendo, ese momento donde se encuentra indefensa y totalmente a la merced de la gente. Así, como se encuentra un niño pequeño frente al abusador.  Después de que el primer espectador rompe el hielo desamarrando  la primera correa, mucha gente del público empiezan todos al mismo tiempo a desamarrarlas y la escena es muy fuerte, parece que la estuvieran devorando, es una imagen que remite al canivalismo o remite también a una escena erótica, depravada impactante definitivamente abyecta.

Ella nunca es la misma después de uno de sus performances” - dice - para ella es una forma de sanar.  El abuso sexual de su padre hacia ella es algo asqueroso, que marcó su vida y como artista en esta obra cuando la gente le quita las correas, ella  se siente liberada. A través de lo abyecto se excluye aquello que no aceptamos, pero aquello excluido no quiere dejarse olvidar, un lenguaje simbólico de aquello que se rechaza, pero que sigue ahí, no deja de ser, lo más nuestro, lo más intimo.  Paula en su trabajo intenta vaciar la angustia que le genera este conflicto y busca una liberación, utiliza el arte como un medio para hacer su propia catarsis.

"La estatua es el ancestro del útil; es por esto que he escrito textos sobre la torre Eiffel y el Challenger. Esto responde a la misma idea que me hace pensar que el automóvil es una estatua y que el devenir móvil de la escultura puede ser como una génesis del mundo técnico, el cual proviene entonces de la religión y de la relación del hombre con el cuerpo y la muerte a través de la estatua."
Michel serres.